Por Manuel Tizón
El humor es un elemento cotidiano. Lo presenciamos en los medios de comunicación, en una reunión de amigos, los usamos con la familia, en el trabajo… Es un elemento inherente a nuestra condición como seres humanos. Entonces ¿qué pasa con la enseñanza?, ¿somos conscientes del poder que tiene?
Es probable que recordemos en nuestra etapa de estudiantes a algún profesor que, con dinamismo y cercanía, nos contaba anécdotas o empleaba el humor de alguna manera, siempre para ayudar a que aprendiéramos mejor. Como docentes, los que nos dedicamos a la enseñanza posiblemente recordamos momentos humorísticos en el aula.
Beneficios del humor
El humor ya se ha premiado en libros tan antiguos como la Biblia o el Corán. En este último, encontramos frases como “El que hace reír a sus compañeros merece el paraíso”. Y es que el humor es tan antiguo como el ser humano.
Pero ¿por qué lo empleamos y lo recibimos positivamente? La respuesta puede reducirse a una frase: porque nos hace sentir bien, siempre que no se use con fines negativos, como veremos más adelante.
Se ha demostrado que la risa, que es la respuesta básica al sentido del humor, tiene numerosos beneficios. Entre ellos, reduce los niveles de cortisol y produce endorfinas. Además, mejora la memoria, y agudiza la creatividad e imaginación.
Uso del humor en la enseñanza
Cuando hablamos de humor en la enseñanza, debemos fijarnos en los dos elementos clave de su uso: el docente y el alumno. Cada profesor tiene una escala u orientación diferente del humor. Esta orientación tiene que ver con la cercanía del docente y, en general, a mayor empleo del humor, mayor cercanía.
En cuanto a los alumnos, muchos afirman que el humor les ayuda a recordar un concepto y a que las clases sean más llevaderas. También les sirve como “reinicio” cuando se tratan conceptos difíciles. Además, se ha demostrado que los alumnos faltan menos a las clases en las que el humor es empleado por el docente.
Adaptar el humor al contexto
El contexto es imprescindible para saber usar el humor. Los docentes deben preguntarse, por ejemplo, qué edad tienen los alumnos. También qué materia están aprendiendo y en qué cultura nos encontramos. En otras palabras, deben analizar el perfil del alumnado.
En relación a esto último se sabe que, por ejemplo, el empleo del humor en la cultura china no está tan bien visto como en otras culturas. Esto es debido, posiblemente, a la fuerte jerarquía establecida entre profesores y estudiantes.
Todo no vale
A grandes rasgos existen dos tipos de humor: el recomendable y el no recomendable. Sabemos que el humor puede ser un arma de doble filo, ya que en ocasiones puede tener un efecto negativo. Por ejemplo, si se emplea en exceso puede mermar la credibilidad del docente.
Con respecto a distintas tipologías, el humor relacionado con la materia puede ser positivo. Este puede usarse, por ejemplo, para recordar un concepto por medio de metáforas humorísticas.
Otro humor recomendable es el autocrítico, es decir, reírse de uno mismo. Este último tipo de humor puede ser positivo porque en la relación del profesor con el alumno se establece un puente hacia una mayor credibilidad.
Ni que decir tiene que debe rechazarse todo aquel humor racista, machista o que sea unidireccional, es decir, dirigido a una persona o grupo únicamente.
¿Quién y para qué?
Es importante que lo usen solo aquellos docentes que se sientan cómodos con ello. La autenticidad es un elemento crucial en el manejo de este parámetro.
Puede tener diversos propósitos: para recordar un concepto, para suavizar momentos difíciles o para acercar posiciones entre el profesor y el alumno.
¿Sobre qué medio y soporte puede emplearse?
El soporte puede ser muy diverso. Puede emplearse el vídeo o algún otro soporte visual, tales como las tarjetas educativas o los memes. También se puede emplear la música con adaptaciones de diversa naturaleza.
Con respecto al medio, si queremos usarlo en una clase virtual, tenemos algún elemento más con respecto a las escenificaciones, ya que nos permite usar filtros de cámara. Además, es un entorno idóneo para dinamizar con material audiovisual.
Entonces, ¿cómo debemos organizarnos?
Lo primero y quizá más importante es analizar el contexto: cuál es el perfil del alumno y el lugar de las clases, como comentábamos anteriormente. Sobre esto último, no solo es importarte saber con qué medios contamos, sino qué asignatura vamos a impartir. Una vez analizadas estas cuestiones, focalizaremos la atención en los conceptos más difíciles y articularemos la clase pensando en ellos.
Otro elemento importante es la cantidad y la manera de introducirlo. No debemos usarlo en exceso, ya que su uso puede ser cansado para los alumnos y puede menoscabar la imagen del profesor. Por último, hay que emplearlo poco a poco e ir viendo si su uso funciona en el contexto en el que estamos. Si creamos un ambiente dinámico, es posible que el humor esté funcionando.
En definitiva, en el mundo ajetreado que vivimos necesitamos captar la atención, dinamizar la clase y empatizar con el alumnado. El humor puede ser una herramienta interesante para conseguir estos propósitos. Además, y como dijo Samuel Taylor, poeta y crítico inglés:
“A ninguna mente bien organizada le falta sentido del humor”.
Artículo publicado originalmente en The Conversation https://theconversation.com/el-humor-en-la-ensenanza-una-herramienta-poderosa-177477