Como es sabido, en San Lorenzo de El Escorial se atiende con predilección al pasado; motivos hay para ello. Exponer aquí es una gran responsabilidad y al tiempo un gran honor, estando rodeados de tanta historia y patrimonio. Agradezco a quienes me han permitido formar parte de este proyecto cultural la posibilidad de mostrar Da Capo, una exposición con la que dirijo también la mirada atrás, esperando cautivar su interés. Es una pequeña selección de alguna de las series escultóricas en las que he trabajado con voracidad artística desde el 1996, año en el que me licencié en esta disciplina en la Fac. Bellas Artes de Madrid (UCM).
Aunque en mis comienzos exploro las posibilidades expresivas de materiales clásicos como la arcilla, la forja, el bronce, la madera o la piedra, inicio la investigación formal como tal al acabar la formación universitaria. Es entonces cuando aparecen las resinas, los cementos, los plásticos, las cocciones refractarias, la tela y un sin fin de materiales reciclados que trabajo en procesos acumulativos. Todo este afán exploratorio se vio impulsado académicamente con la redacción de una tesis doctoral sobre Bioarte en 2015, realizada en la misma universidad.
Sobre mi obra siempre ha gravitado un discurso crítico hacia el ser humano y la sociedad resultante. La consecuencia directa de esta visión ha hecho que mis creaciones no sean precisamente amables a la vista. He explorado la influencia de la tecnología sobre el cuerpo, las complejidades comunicativas, la producción masiva y el consumismo, la deshumanización de las urbes, la vida acelerada y compulsiva, el impacto de los mecanismos de poder y las alteraciones identitarias derivadas de una sociedad en proceso continuo de centrifugado. Por ello los restos tecnológicos, las materias pobres, los objetos desechados eran el lenguaje que mejor articulaba ese discurso.
Como antes indicaba mi manera de trabajar es profusa. Intervengo sobre varias obras a la vez y “resuelvo” con diligencia. Esto me ha permitido desarrollar una divergente y prolija producción. Por ello, y coincidiendo con el final de la tesis, decido apartarme periódicamente de la creación escultórica para impedir que las manos se instalen en lo ya conocido. Mientras, me he ocupado en otros campos expresivos.
Las obras aquí presentes han sido realizadas con técnicas mixtas y materiales recuperados, como metáfora de la vida en constante proceso de cambio y comienzo. Son el resultado de amalgamas e injertos, una mixtura de materiales de orígenes diversos que me sirven para desarrollar esa narrativa crítica sobre el ser humano intervenido y reconfigurado, afectado por un sinfín de prótesis y de elementos que lo desnaturalizan. Lo inservible en las calles es “devuelto a la vida” en mis obras. Los objetos quedan resignificados mediante una intervención plástica con la que aspiro a reflexionar formal, simbólica y estéticamente.
Tras esta exposición habrá una vuelta al taller y a los procesos escultóricos. El mono de trabajo volverá a ensuciarse y sonarán las máquinas haciendo flotar polvo en el ambiente. Pero algo será distinto. Abandonaré la figuración y las líneas conceptuales antes comentadas. Los bocetos de estos últimos meses apuntan a nuevas ideas en las que el foco está ya situado en el crecimiento interior y su conexión con lo que me trasciende. La experiencia paralela como coordinador académico en UNIR, como musicoterapeuta e investigador, como especialista en mindfulness o como estudiante de Kabbala, me han permitido vislumbrar un marco referencial más holístico y sensorial que merece ser abordado también desde la gramática impredecible de la creación artística.
David Gamella, mayo 2023